Hombre lento, BCN, DeBolsillo, 2006. Traducción de Javier Calvo.
El tiempo y la lentitud, la vejez. La falta de reacción ante algunas situaciones de la vida, pasar ante esta como si apenas importara. El hombre lento de esta novela tarda en reconocer los cambios en las personas que lo rodean y en sí mismo. Ajeno a las nuevas tecnologías de la comunicación, lo cual supone un extrañamiento de la sociedad en la que vivimos, se refugia en su colección de viejas fotografías que desde mediados del siglo XIX hasta hoy reconstruyen el pasado de Australia. País que reúne en su conformación, gentes que proceden de tantas partes del planeta que resulta ser el escenario adecuado para hablar de la identidad, la nación, el hogar.
La trama comienza cuando a causa de un accidente de tráfico, Paul Rayment sufre la amputación de una pierna. En palabras de Elizabeth Costello, personaje de esta novela y protagonista de la obra de Coetzee del mismo título, "perder miembros que sobresalen del cuerpo es cómico". Esta aparición de Elizabeth Costello resulta especialmente singular en la novela ya que actúa como elemento distorsionador en la vida y sentimientos de Rayment, quien atraviesa su nueva etapa de amputado debatiéndose entre el rechazo que produce el cuerpo mutilado y enfermo y el apasionamiento que despierta en él una mujer. Se pregunta cuáles son los límites del yo, de la vida.
¿Quién es esa Costello que de repente entra en su vida, se inmiscuye en sus deseos y sabe todo sobre él? Esta narradora omnisciente dentro de la narración sirve de reactivo al personaje para que deje de comportarse como un hombre lento y asuma su nueva condición, el tiempo, el país, el amor, son ya de otros mucho más rápidos.
Al final de la obra, Paul Rayment dice: "el tiempo te consumirá". "Hasta yo fui nuevo. En el momento de nacer, yo era lo último y lo más nuevo que había sobre la Tierra." pág. 176
J.M. Coetzee
Fotografía de Mariusz Kubik.