1 de mayo de 2010

Lecturas alternativas (3) Juan Benet

Juan Benet es uno de los autores que uno no suele encontrar entre los libros de cabecera de amigos y conocidos. La Historia de la literatura española que se enseña en las aulas de secundaria y bachillerato nunca sintió demasiada proximidad con un tipo de autor difícil de clasificar, ya se sabe, realismo o naturalismo, modernismo o noventa y ocho. No figuraba entre las lecturas de la anterior asignatura Literatura española contemporánea ni lo encontramos en los temarios actuales. Quizás produzca cierto temor leer algunas declaraciones suyas como las que se recogen en el estupendo libro:

-Juan Benet: Cartografía personal, Ediciones Cuatro, Valladolid, 1997.


Cartografía personal recopila artículos, entrevistas e intervenciones públicas de Benet entre 1969 y 1992. Se entresacan de estas páginas tanto su manera de escribir como sus hábitos de lectura. Benet escribe de forma lenta y elaborada, tardó diez años con Volverás a Región o cinco en escribir Una meditación.

A los 18 o 19 años leía a Nietzsche, Mann y Kafka. Leyó a Faulkner, creo que como todo el mundo sabe, pero sus opiniones sobre Joyce, Nabokov y los escritores sudamericanos García Márquez o Cortázar son reveladoras del alejamiento que se da entre su literatura y la del resto de autores que habitualmente leemos y estudiamos. Sus odios y desafecciones, Tiempo de silencio de Martín Santos; Borges, Lezama o Dostoievski, de quien dice que "sólo sabía exagerar", son igualmente clarificadores.

Sobre una novela que está escribiendo responde al entrevistador que será un libro pesadísimo, el más pesado que se haya planteado nunca; que no se propone ser pesado, pero que le sale, le gustaría ser ameno ligero y liviano, pero no sale.

Benet escucha a Alban Berg y a Richard Strauss.

Dice conocer Madame Bovary, porque lee Madame Bovary, y no a través un manual de historia de la literatura, que es una mera herramienta que se emplea cuando hace falta, como un destornillador.

Define la novela diciendo que sólo se le pide que sea ficticia y tenga cierta extensión.

Hay ironía y humor en algunos de los textos de Benet. Tanto es así, que hace apenas unas semanas, Javier Marías hubo de enmendar la interpretación que de unas palabras de Benet sobre Solzhenitsyn se hicieron , y recordarnos qué es una boutade y cómo se diferencia de la seriedad.

He leído
Volverás a Región y sólo se me ocurre parafrasear a Mendoza y preguntarme cómo se puede ser tonto en literatura después de leer a Benet. Es una lectura difícil y laboriosa por la densidad de la frase, la fuerza sintáctica con la que traba las descripciones del espacio y la evocación del pasado. Por los personajes sumidos en un paisaje de desolación que se absorbe a través de sus atuendos, olores y sonidos. Es un estado de los sentidos y la memoria amplificados por el paisaje de vidas aparentemente inconexas que subsisten donde parece que ya nada sería posible.
Hay en la novela una frase del Doctor (pág. 153) que define a las razas arcaicas como aquellas que han llegado a la astucia a través de una perífrasis de forma redundante y complicada en la que se mezclan elementos irracionales, tal vez para rehuir esquemas causales breves y expeditos. Pienso en la frase y no puedo dejar de aplicarla, me sugiere que el embrollo de las sociedades en supersticiones permite que triunfen aquellos que rechazan la racionalidad, el pensamiento, o el individuo.


Juan Benet: Volverás a Región. BCN, Debolsillo, 2009.

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